El cuerno de la abundancia modernista: Mansiones
Paseando por Barcelona, me topé con decenas de casas al estilo modernista, la versión local del Art Nouveau. A partir del siglo XIX, a medida que Barcelona vivía su revolución industrial, la población de la ciudad creció rápidamente. En 1861, se decidió multiplicar sus dimensiones, construyendo un barrio totalmente nuevo, llamado Ensanche (ampliación). Es la zona cuadriculada que se ve en los mapas de la ciudad. Durante ese boom inmobiliario, los propietarios de fábricas querían pisos que se parecieran a palacios y por esto contrataban a los arquitectos modernistas locales. De pronto, sucedió un cambio curioso en los pavimentos. Hasta entonces, los suelos eran sencillos, como mucho decorados con baldosas de cerámica blanca y azul, al viejo estilo catalán, como las que vi en el Hospital de Sant Pau. La mayor parte del suelo estaba cubierto por alfombras. Luego, el diseño de las alfombras se transfirió directamente a los pavimentos. Los suelos modernistas, como los de Josep Pascó en la Casa Thomas, parecen auténticas alfombras, con sus patrones repetidos, sus marcos y sus bordes.