4 errores de impresión convertidos en tendencias creativas

4 errores de impresión convertidos en tendencias creativas

Eugenia Luchetta Publicado el 9/5/2018

El mundo de la impresión, aunque permanezca separado del mundo del diseño gráfico, siempre ha suscitado una gran curiosidad en muchos diseñadores, que desean conocer la técnica para poder aprovecharla de acuerdo con sus necesidades creativas. De hecho, el potencial de la impresión no reside únicamente en conseguir una reproducción lo más sofisticada y precisa posible. Incluso los defectos que impiden la perfección formal pueden ser una gran oportunidad para experimentar, como podemos comprobar en los ejemplos que vamos a ver a continuación.

«La práctica hace al maestro» y, gracias a lo que convencionalmente se entiende como un error de impresión, hemos podido explorar nuevas cualidades gráficas y proponer soluciones que van más allá de los estándares técnicos. Gracias a estos errores, los diseñadores redefinen el dominio técnico de la impresión.

Algunos «defectos» tradicionales de la impresión se han reinterpretado como decisiones conscientes y creativas que revelan el proceso que hay detrás.

Trama de medio tono

El tramado es un método de preparación de objetos fotográficos para la impresión que usa puntos de tamaño y disposición variables para reproducir los matices. 

Esta técnica se basa en una ilusión óptica: los diminutos puntos de la trama se funden para crear colores sólidos y matices para el ojo humano. Por otro lado, el color se produce imprimiendo varias tramas superpuestas en diferentes ángulos (generalmente cuatro, siguiendo el modelo CMYK).

Una condición necesaria para que la ilusión óptica resulte eficaz es que los puntos sean lo suficientemente pequeños para que no sean percibidos individualmente. Antes, la trama visible a simple vista se consideraba sinónimo de impresión de poca calidad producida con medios limitados.

Ya a partir de finales de la década de 1920, Herbert Bayer comenzó a explorar el potencial de las tramas superponiéndolas, para crear el efecto moiré, o agrandándolas. Sin embargo, fue la llegada de la impresión fotomecánica lo que hizo posible experimentar de verdad con las tramas. Un gran maestro del diseño gráfico que se aventuró a ello fue Wolfgang Weingart. Fascinado y curioso por el proceso de impresión litográfica offset, de la que quería controlar todos los aspectos, Weingart definió «el punto de una trama fotomecánica» como «la unidad constructiva invisible pero esencial de todo un proceso». El uso de películas fotomecánicas le permitía manipular tipografías e imágenes, distorsionándolas y alterándolas aún más, agrandando y superponiendo tramas. Los proyectos gráficos resultantes han demostrado ser muy innovadores y han abierto nuevos caminos en el mundo del diseño.

Otro ejemplo interesante del uso de tramas de medio tono se puede encontrar en la revista Retromundo, diseñada en 1986 por Álvaro Sotillo.

Sobreimpresión

En la impresión, por lo general, si dos objetos con relleno plano de colores diferentes se colocan uno encima del otro, el objeto de encima «se superpone» al de abajo, cavando un hueco en el de abajo. Dichos objetos se reproducen después en planchas y se imprimen de manera secuencial, de forma que los márgenes en común se toquen, pero evitando que las tintas se superpongan. Por otra parte, se habla de sobreimpresión cuando los objetos sobreimpresos mantienen su forma y se imprimen el uno sobre el otro dando vida a un tercer color derivado de la mezcla. A diferencia de los colores al óleo en la pintura, por ejemplo, las tintas de impresión son generalmente muy transparentes y su superposición resulta evidente de inmediato.

Desde el principio, la sobreimpresión se ha considerado un error técnico del proceso de impresión, un límite que revela el proceso que hay detrás, «contaminando» el mensaje del diseño. Sin embargo, a partir de la primera mitad del siglo XX, algunos diseñadores empezaron a entrever en este particular efecto resultados interesantes. Los holandeses Piet Zwart y Paul Schuitema desempeñaron un papel de fundamental importancia en las décadas de 1920 y 1930: revolucionaron la tipografía con su enfoque basado en la claridad formal y, al mismo tiempo, extremadamente dedicado a la experimentación, especialmente con los medios técnicos. A menudo, en sus trabajos se superponen bloques e imágenes de colores diferentes dando vida a varios niveles.

Desde la década de 1950, también gracias a los trabajos de Max Huber, en los que a menudo se superponían fotografías, colores, marcas y tipografías, la sobreimpresión se convirtió en un recurso usado habitualmente en el diseño publicitario.

Fuera de registro

Cuando se imprime una imagen o un elemento gráfico con más de un color, es necesario imprimir cada color por separado en fases sucesivas y ponerlo en registro, es decir, asegurarse de que cada color se imprimirá en la posición exacta en la que estaba previsto. Si se produce una diferencia de medio milímetro, la falta de alineación (fuera de registro) será inmediatamente visible a simple vista. En los bordes, los colores se mezclarán, creando un margen oscuro, o no se tocarán, dejando un margen blanco.

El registro exacto de imágenes y texto siempre ha supuesto un motivo de gran preocupación para impresores y técnicos. Aunque hoy en día los programas de software y los medios técnicos permiten obtener colores registrados perfectamente de una manera mucho más sencilla, el fuera de registro todavía es un error que también se produce con frecuencia en productos distribuidos a gran escala.

Por lo tanto, el fuera de registro, que se consideraba síntoma de una impresión de poca calidad y económica, empezó a ser visto por algunos diseñadores como un recurso creativo. Ya en la década de 1960, Muriel Cooper, diseñadora que trabajó durante la mayor parte de su carrera en el MIT y que estaba extremadamente involucrada en el uso de nuevas tecnologías en el diseño y la experimentación con la impresión, utilizó en más proyectos de manera intencionada el fuera de registro para conferir un sentido del movimiento y mayor expresividad, como en la cubierta de Bauhaus (1969). También es famoso el póster Your Turn, My Turn de April Greiman (1983) que, mediante el fuera de registro, reproduce un efecto 3D.

Más recientemente, Xavier Antin, en el proyecto Just in Time, realizó un libro impreso con cuatro impresoras, una para cada color, que datan de entre 1880 y 1976. El resultado final —impresiones caracterizadas por un peculiar desplazamiento y movimiento de los colores— es el testimonio del proceso de producción, que combina diferentes épocas, tecnologías y técnicas.

Marcas de impresora

En la impresión tipográfica existen varias marcas convencionales que se suelen colocar en los márgenes del área de impresión con el fin de asegurar una reproducción correcta. Las más comunes son las marcas de recorte, que indican el área de corte, y las marcas de registro, que guían los contenidos para que estén correctamente alineados. Además de las marcas de recorte y de registro, a menudo también aparecen las barras de colores, útiles para verificar la densidad de la tinta. Otros signos con información de distinto tipo, que están destinados a desaparecer después, una vez que la fase de producción ha terminado, pueden poblar los márgenes alrededor de la impresión.

Estas marcas —el lenguaje cotidiano de los diseñadores e impresores— han fascinado a varios diseñadores, que las han usado en un contexto nuevo. Un ejemplo de ello es el póster Specimen de Fanette Mellier, que se puede leer como un maravilloso homenaje a la iconografía del impresor. El póster, promoción de una serie de exposiciones de diseño editorial en Chaumont, está completamente cubierto por elementos técnicos y de color relacionados con la impresión, que funcionan como referencia del propio proceso de producción. Un pliegue revela el texto impreso en el reverso.

La fascinación por las marcas de impresora también es evidente en el taller Extended Registration Marks celebrado en ECAL por NORM (Dimitri Bruni, Manuel Krebs), en el cual se proponía a los estudiantes la exploración y expansión de las marcas de registro a través de combinaciones de signos y colores, como un lenguaje gráfico.

Fanette Mellier, Specimen, 2009.
Fanette Mellier, Specimen, 2009.