La estética hand-made

La estética hand-made

Redacción Publicado el 2/14/2018

La tendencia hand-made está más presente que nunca en prácticamente todos los ámbitos creativos, desde los objetos y espacios hasta las piezas gráficas. El lettering hecho a mano, la artesanía y el scrapbooking son algunos ejemplos de esta corriente que aporta calidez y un toque humano a un mundo tecnológico e industrial.  Parece necesario que en la industria creativa se reflexione sobre cuándo es adecuado hacer uso de los recursos hand-made (o simularlos) para no caer en tópicos estéticos vacíos de contenido y funcionalidad.

¿Qué es el estilo hand-made?

Denominamos estética hand-made al conjunto de atributos estéticos de un objeto que evidencia o simula la apariencia de haber sido confeccionado o manipulado mediante técnicas artesanales. Algunos ejemplos de estos atributos son: acabados irregulares o imperfectos, texturas desgastadas que descubren el material o decoraciones que remiten a épocas donde era común el trabajo artesanal. La pintura y la rotulación manual, la restauración de antigüedades y el trabajo artesano de materiales como la madera y la cerámica son algunas características de esta corriente estética.

El porqué del auge de la estética hand-made puede explicarse como una reacción a la estética industrial, tecnológica y uniforme que ha dominado el panorama visual desde finales del siglo pasado. Los avances tecnológicos han influido en gran medida sobre la apariencia de los objetos que nos rodean: hasta ahora se valoraban los objetos, espacios y diseños funcionales, futuristas, asépticos y diáfanos etc., porque en ellos es posible percibir el valor de la modernidad. No obstante, y como es normal en las tendencias estéticas, cuando un estilo se vuelve hegemónico se produce naturalmente una reacción opuesta en forma de nueva tendencia.

En el caso de la simplicidad geométrica y la uniformidad racional que dominó el  diseño de producto, de interiores y el diseño gráfico también es posible encontrar ejemplos de diseños y conceptos que exaltan la imperfección de lo hecho a mano: si hace algunos años la tendencia general del consumidor era buscar productos de diseño sofisticado y refinado, ahora también son objetos de deseo los productos que aparentan haber sido confeccionados a mano, ya que se encuentra en ellos un toque de calidez o cercanía que de forma sentimental conectan con el consumidor. En definitiva se trata de la calidez humana enfrentada a la frialdad industrial.

El hand-made en las artes gráficas

En el contexto de las artes gráficas podemos encontrar diferentes formas de trabajo artesanal, como la caligrafía, la rotulación manual, la serigrafía, y la fotografía analógica. Se trata del uso de imágenes, técnicas y materiales que evocan tiempos pasados (así se consigue un efecto emocional) y generan una estética que llama la atención (se produce una nueva moda). No obstante estas formas de trabajo manual requieren el trabajo de profesionales especializados, y no son del todo adecuadas para proyectos de comunicación que requieren una alta eficiencia en tiempos y costes de fabricación. Por eso se ha producido una tendencia a la simulación de estos efectos artesanales a través de técnicas digitales e industriales. Así, podemos encontrar tipografías digitales que simulan la caligrafía manual y diseños vectoriales que se imprimen en digital u offset y que imitan las texturas de la serigrafía, la madera o el metal.

¿Moda superficial o filosofía creativa?

Como todas las tendencias estéticas populares, el hand-made también ha sido víctima de la saturación y la degeneración. Hoy en día son frecuentes los diseños recargados con tipografías ilegibles y falsos acabados que pueden pasar inadvertidos al gran público, pero que ante una mirada crítica desvirtúan su propósito creativo y de comunicación. La variedad y versatilidad de la industria es desde luego algo beneficioso, como también lo es tener un amplio abanico de posibilidades estéticas. Incluso las imitaciones y simulaciones pueden resultar de tremenda utilidad en casos que lo requieran, siempre y cuando se realicen con mesura y proporción. Queda en manos de los profesionales la responsabilidad de desarrollar su trabajo con la conciencia de lo que es mejor para cada proyecto y así no caer en modas superficiales y vacías de contenido.