Maestros del cómic: las hermanas Giussani y Diabolik

Maestros del cómic: las hermanas Giussani y Diabolik

Candido Romano Publicado el 1/12/2024

Angela Giussani nació en Milán en 1922 y seis años después, en 1928, nació Luciana Giussani: son las autoras de Diabolik, el conocido «cómic negro» de bolsillo que lanzó su primer número en 1962 y que rápidamente pasó a formar parte del imaginario colectivo de los italianos.

A pesar de haber crecido en la clase media alta de la burguesía milanesa, Angela y Luciana desafiaron el statu quo. Estas dos mujeres creativas no solo dieron vida al personaje de cómic más famoso de Italia, sino que prácticamente inventaron un método de redacción y gestión de una publicación: una forma totalmente nueva y personal que combinaba emprendimiento y cómics.

Dos hermanas diferentes, unidas por Diabolik

El padre de las hermanas Giussani era Enrico, un empresario del sector textil y del calzado. Angela, extrovertida y rebelde, era sin duda la más emprendedora de las dos hermanas. Comenzó su carrera trabajando como modelo para fotografía publicitaria y de moda. Luego empezó a escribir, convirtiéndose en editora y periodista. En la década de 1950, una época en la que las mujeres apenas conducían coches, Angela Giussani hasta obtuvo la licencia de piloto de avión.

A los 27 años se casó con Gino Sansoni, propietario de la editorial Astoria Edizioni, y trabajó posteriormente en una serie de libros infantiles y en muchos otros proyectos de su dinámico marido. Gino Sansoni era un tipo histriónico y sin escrúpulos: fue él quien inventó las revistas «cerradas» —envueltas en celofán— que se vendían en los quioscos. Se trataba de una estrategia que servía para prometer sorpresas y contenido sexual en la portada, a menudo incumplidas una vez retirado el envoltorio de plástico.

Tras varios años, Angela decidió establecerse por su cuenta: dejó Astoria y fundó Astorina, una nueva editorial, en 1961 con su hermana menor Luciana. Después se separó de su marido, aunque ambos mantuvieron una relación de carácter profesional.

Los primeros proyectos de Astorina fueron un fracaso. Las aventuras del boxeador Big Ben Bolt, un cómic estadounidense de John Cullen Murphy y Elliot Caplin, se publicó solo durante dos años, debido a que las ventas eran demasiado bajas. El punto de inflexión llegó poco después, gracias a una intuición de Angela Giussani, que encontró en el compartimento de un tren un ejemplar de bolsillo de una novela: Fantômas. Esto le hizo ver que los numerosos viajeros que llegaban a Milán por motivos de trabajo tenían otros intereses.

Eran obreros, oficinistas y trabajadores que necesitaban una lectura lúdica, pero que a su vez fuera emocionante y que tuviera un formato pequeño de bolsillo. Así fue como Angela identificó al público objetivo de su próximo cómic. Los observaba todos los días desde su casa, cerca de la estación de tren.

Había entendido que tenía que proponer un cómic de bolsillo y de pequeño formato, popular, de fácil lectura y con historias apasionantes. En 1962 se publicó el primer número de Diabolik, titulado «El rey del terror». El nombre Diabolik muy probablemente provenía de una historia criminal que ocurrió en Turín: en 1958 un asesino dejó una carta con el nombre «Diabolich». Angela solo tuvo que reemplazar la ch final con una k.

El cómic tenía un formato de unos 12 × 17 cm, una portada que mostraba inmediatamente los icónicos ojos «de hielo» del personaje y el precio eran 150 liras. La estructura de la plancha era simple, a menudo con dos o tres viñetas grandes en lugar de las clásicas tres tiras. Una estructura que fue evolucionando con el paso del tiempo, pero que en esencia no solía desviarse de estos cánones. El primer número de Diabolik también incluía una misteriosa historia ligada al dibujante Angelo Zarcone, quien, después de haber entregado las planchas del cómic, desapareció sin dejar rastro (y nunca más se supo de él).

El éxito de Diabolik creció, pero lentamente, número tras número: las hermanas Giussani incluso repartieron folletos en la estación de Milán para difundir el boca a boca. Además, para convencer a los quiosqueros de que expusieran el cómic delante de otros cómics y revistas, ofrecían botellas de vino.

En 1963 se incorporó al personal Enzo Facciolo, un dibujante que caracterizó a los personajes de forma definitiva. A partir del número 14 de Diabolik, entró en escena también Luciana Giussani en 1964, mucho más tímida que su hermana mayor. Antes de escribir los guiones del ladrón del traje negro, trabajó como empleada en una conocida fábrica de aspiradoras. Un puesto fijo que, sin embargo, se le quedaba pequeño: quería participar en las aventuras que estaba viviendo su hermana.

Las dos autoras comentaban y cotejaban todo. Cada una escribía el guion de un número, luego intercambiaban opiniones sobre el trabajo de la otra y corregían pasajes de la trama poco comprensibles, diálogos y todo lo relacionado con la historia de cada número, que se publicaba mensualmente.

Los primeros años fueron turbulentos y de mucho trabajo. Muchos colaboradores del cómic informaron que Angela ni siquiera se permitía tiempo para ir a la peluquería. Cuando tenía que recibir a alguien, solía llevar peluca.

Diabolik, el primer cómic para adultos

Para crear las historias y los personajes de Diabolik, Angela Giussani se inspiró originalmente no solo en Fantômas y Arsenio Lupin, sino también en los folletines —novela por entregas— con todos los recursos estilísticos narrativos de estas novelas francesas. Por lo tanto, Diabolik contrasta claramente con los héroes clásicos de los cómics populares: en los primeros números es «malo», ni siquiera es un antihéroe, sino un asesino despiadado. El cuchillo que arroja a sus víctimas, a menudo retratado en las portadas de muchos números de la revista, se volvió icónico. El eslogan de la revista era «El cómic de terror», que años más tarde fue sustituido por «El cómic policíaco».

Desde las primeras historias, el cómic no fue bien recibido por padres y profesores, lo que no hizo más que aumentar la popularidad de la revista. Las hermanas Giussani eran a menudo citadas ante los tribunales, donde los jueces ordenaban la incautación de las copias al considerar que Diabolik era un cómic antisocial. Sin embargo, las hermanas siempre ganaban en los tribunales.

A medida que maduraron, decidieron suavizar el carácter de Diabolik: desde la década de 1970 mataba menos y, cuando lo hacía, siempre había una razón detrás de sus acciones extremas.

Diabolik es un ladrón ingenioso y culto, cuyos increíbles disfraces y máscaras también se volvieron icónicos. Habla varios idiomas, está en plena forma física, es piloto y tirador. Tiene un excelente conocimiento de la química y la tecnología, el arte y las herramientas mortales como armas y venenos.

Su némesis es el inspector Ginko, que siempre intenta perseguirlo y capturarlo, aunque nunca lo logra. Un perdedor que nunca se rinde y siempre mantiene su dignidad.

Junto con el protagonista está la mujer que lo completa, su cómplice y mujer fatal, Eva Kant. Juntos roban joyas de incalculable valor y lujosos botines de familias ricas, además de robar a bancos o delincuentes. Entre Eva y Diabolik existe un amor sin límites: la traición está fuera de discusión y se complementan mutuamente. Eva suele sacar de problemas a su pareja y con el paso de los años se va convirtiendo en un personaje cada vez menos sumiso, más independiente y más fuerte.

Con el paso de los años, en los números del cómic posteriores, Angela y Luciana Giussani dieron un carácter más humano a Diabolik, que comenzó a desarrollar su propio código moral. De hecho, Diabolik y Eva Kant se convirtieron en portavoces de muchas batallas sociales,  luchando por la emancipación femenina. A través de las páginas de Diabolik se han lanzado campañas a favor del divorcio, el cierre de hospitales psiquiátricos y especialmente contra el abandono de animales.

Las hermanas incluso dedicaron una página de uno de los números de Diabolik (el interior de la portada) para invitar a la gente a votar en contra de la derogación de la ley de divorcio.

El legado de Angela y Luciana Giussani

Angela falleció en 1987 y trabajó hasta sus últimos días. Luciana, desanimada y sola, pero todavía rodeada de numerosos colaboradores, incluidos guionistas, dibujantes y personal, pensó en vender la editorial, pero luego cambió de opinión. No obstante, dejó la dirección de Diabolik en 1992. El último episodio que escribió salió unos meses antes de su muerte en marzo de 2001.

Dejó Astorina a Mario Gomboli, que colaboraba con Diabolik desde 1966 y era socio y director general de la editorial desde 1999. Heredó así la responsabilidad total de gestionar el personaje de Diabolik.

Angela y Luciana Giussani han dejado al mundo un patrimonio cultural inestimable para la cultura popular. Un personaje en el que se basaron series animadas y películas, como la de Mario Bava de 1968 o las adaptaciones más recientes de Manetti Bros., así como figuras de acción y mucho más.

Diabolik sigue vendiendo millones de copias cada año, demostrando ser un personaje inmortal grabado en la mente de los lectores. Y lo seguirá siendo durante mucho mucho tiempo.