Table of Contents
Igor Tuveri, más conocido como Igort, nació en Cagliari en 1958. A lo largo de su vida, ha explorado los campos del cómic, de la escritura de guiones, de la música y del cine. Hablamos de un dibujante que ha trabajado por todo el mundo y de los primeros en publicar directamente con una editorial japonesa.

Igort no es un simple autor de cómics: se trata de todo un explorador de lenguajes visuales y narrativos que ha sabido atravesar varias décadas de historia cultural, tanto italiana como internacional, dejando una huella indeleble.

Desde sus inicios en ambiente vanguardista de la Bolonia de los años 70 y 80, Igort ha recorrido un largo camino profesional que lo llevó a sumergirse por completo en la cultura japonesa y, gracias a eso, llegar a ser una figura clave en la difusión y el reconocimiento como género de la novela gráfica cuando regresó a Italia.
Igort ha viajado por todo el mundo, empapándose de las culturas y costumbres de cada lugar en el que ha estado. Su obra es una fusión entre la experimentación en el dibujo y una búsqueda constante de nuevas formas de expresarse y de contar historias. Por ese motivo, siempre ha sido una fuente de inspiración, tanto para sus lectores como para muchísimos artistas de distintas generaciones.
Su infancia y la cultura rusa
Las raíces sardas de Igort permanecen como un elemento subterráneo, pero latente en sus obras. Sin embargo, su infancia también estuvo marcada por otra importante influencia cultural: la rusa. Su padre, un apasionado de la música clásica, sentía una profunda admiración por la música rusa, pero fue sobre todo su abuela la que introdujo al joven Igor en el mundo de la literatura rusa, contándole historias inspiradas en los grandes clásicos, incluso antes de que aprendiera a leer.
Este precoz contacto con la intensidad emocional y la complejidad narrativa de los escritores rusos dejó una huella imborrable en su memoria y en su forma de concebir la narración.

Desde que era pequeño, además de contar con tantas influencias literarias, Igort mostró un gran interés por el dibujo y las artes visuales. Entre sus referentes en este campo, podemos encontrar a autores clásicos del cómic como Winsor McCay, conocido por sus secuencias oníricas y bastante innovadoras, y el pintor Lyonel Feininge.
La vanguardia del grupo Valvoline
Igort tenía 20 años cuando se mudó a Bolonia, una ciudad en la que no paraban las actividades culturales a finales de los años 70. En esa época, la capital emiliana era un auténtico ciclón de encuentros y colaboraciones que marcaron profundamente su carrera. Fue un periodo en el que el autor experimentó muchas formas de expresarse, desde la ilustración hasta la música.
Eso sí, el cómic siempre ha sido el arte principal de su carrera: sus primeras páginas se publicaron en 1980 en la revista Linus, un escaparate muy importante en el mundo de los cómics de autor en Italia.

Fue a comienzos de los años 80 cuando Igort revolucionó de verdad el panorama del cómic italiano. Primero, con la creación de su propia revista autoproducida Il Pinguino Guadalupa. Poco después, en 1982, fundó junto a otros autores como Daniele Brolli, Roberto Baldazzini (con quien ya había colaborado en Il Pinguino), Lorenzo Mattotti y Giorgio Carpinteri el colectivo artístico de vanguardia Valvoline, al que luego se sumarían Marcello Jori, Jerry Kramsky, Massimo Mattioli y el estadounidense Charles Burns.
Valvoline logró una gran repercusión internacional: Igort era el responsable del diseño gráfico y del proyecto, e irrumpió con un punto de vista innovador que combinaba técnicas y géneros tradicionales para crear nuevas formas narrativas. El grupo comenzó publicando sus cómics en el suplemento Alter de la revista Linus, bajo el nombre Valvoline Motorcomics, una especie de «revista dentro de la revista». Más adelante, consiguieron una sección propia en Frigidaire a la que llamaron Valvorama.

Valvoline no se limitó solo a hacer cómics. También tocaron campos como el del diseño, la pintura, la moda y la música, lo que ponía de manifiesto la inagotable energía creativa que tenían y su clara intención de romper las barreras entre las distintas disciplinas artísticas. Entre los admiradores de Valvoline, destaca Art Spiegelman, que llegó a publicar algunas de sus obras en su revista Raw Magazine, sobre todo las de Carpinteri.
Primeras obras y carrera musical
En paralelo a su trabajo con Valvoline, Igort se dedicó de manera muy activa a la música durante aquellos años. En 1980, publicó su primer disco como solista, bajo el nombre artístico Radetzky e gli isotopi, y con el sello de Italian Records. Más adelante, en 1985, con motivo de una gran exposición colectiva llamada Valvoline Blitzkrieg que se celebró en Ginebra, se presentó el espectáculo Melodico Moscovita, en el que se combinaba el teatro y la música, y en el que debutó el grupo Slava Trudu!!, producido por Phonogram Germany, y en el que Igort era cantante principal y compositor.

Igort decidió irse de Bolonia para mudarse a París, algo que se convertiría en una constante en su vida: ir de ciudad en ciudad en busca de nuevas historias que le inspiren. Durante los años 80, colaboró con la reconocida editorial francesa Les Humanoïdes Associés. Más adelante, creó la revista mensual Dolce Vita, en la que ejerció como director artístico y siguió colaborando con Oreste Del Buono, antiguo director de Linus y Alter.
Periodo japonés de los años 90
A comienzos de los años 90, llega un punto de inflexión en la carrera como dibujante de cómics de Igort. Durante este periodo, consigue entablar contactos con la editorial japonesa Kōdansha. La colaboración se concreta en 1994, tras ganar la Morning Manga Fellowship, una especie de beca que le permite instalarse en Japón. Allí consigue trabajar con el editor Tsutsumi Yasamitsu.
Igort fue uno de los primeros autores europeos en publicar directamente en Japón, un mercado muy reacio, sobre todo en aquella época, a los autores occidentales. Su fascinación por Japón surge, según contó él mismo, de la profunda atracción que sentía por un mundo de «signos aparentemente simples, pero cargados de una misteriosa sabiduría». Trabajar en el mercado japonés implicaba enfrentarse a ritmos muy exigentes y a un enfoque editorial muy meticuloso, pero Igort demostró una gran capacidad de adaptación, así como una fantástica comprensión de la narrativa manga.

Igort creó varias obras para Kōdansha y otras editoriales japonesas de renombre como Brutus, entre las que estaban la serie ambientada en Sicilia, Amore, y la historia del niño astronauta Yuri, publicada por entregas semanales en la revista Comic Morning de Kōdansha, en un periodo en el que se vendían 1 400 000 ejemplares.
El personaje de Yuri tuvo tanto éxito que, en 1992, lo eligieron como imagen de un reloj Swatch que se convirtió en el modelo del año y en un superventas a nivel mundial. Años más tarde, Yuri volvió a ser el protagonista de una serie de cómics publicados en Japón. Yuri es un pequeño astronauta de tan solo cuatro años que viaja por mundos fantásticos junto a su robot Uba y el ordenador de a bordo Bozo. Solo tienen un objetivo: encontrar a sus padres. Igort trata así el tematica de la orfandad, muy presente en la cultura japonesa, pero con un tono algo más distendido.

Su intensa actividad en Japón lo llevó a colaborar con el músico Ryūichi Sakamoto, con quien escribió una historia que se publicó tanto en Japón como en Italia. Esta unión artística confirma la capacidad que tuvo Igort para integrarse por completo en la cultura japonesa, ganándose la admiración de artistas de éxito internacional, como Jiro Taniguchi, del que se hizo muy buen amigo.
El tiempo que pasó Igort en Japón fue una etapa fundamental de aprendizaje y evolución, algo que influyó de manera sustancial en su estilo narrativo y visual. De hecho, sus reflexiones sobre esta intensa experiencia tomaron forma años después en su trilogía Cuadernos japoneses.

Llegada de la novela gráfica a Italia con Coconino Press
Igort regresó a Italia en el año 2000 con un proyecto que marcaría un antes y un después para el cómic de autor italiano: la fundación, junto a Carlo Barbieri, de la editorial Coconino Press. Este ambicioso proyecto tenía como objetivo acercar al público italiano el género de la novela gráfica, un tipo de narrativa más complejo y maduro que ya estaba triunfando en otros países.
Coconino Press se convirtió en una editorial de cómics de referencia. Publicó obras de autores como Gipi, Davide Reviati, Francesca Ghermandi, Davide Toffolo o Sergio Ponchione, además de ediciones italianas de maestros internacionales como Jiro Taniguchi o Manu Larcenet.

Esta editorial jugó un papel clave en el reconocimiento del cómic como un arte en toda regla, atrayendo a un público más amplio, adulto y exigente.
La consagración: 5 es el número perfecto
En 2002, Coconino Press publicó la que probablemente sea la obra más famosa y aclamada de Igort: 5 es el número perfecto. Se trata de un cómic de tono noir ambientado en Nápoles, con un estilo grotesco, que el autor empezó a dibujar en Tokio y que terminó tras casi una década de trabajo y correcciones. La historia, ambientada en una Nápoles lluviosa y desierta en los años 70, narra la historia de Nino Lo Cicero, un sicario de la camorra ya retirado que se ve arrastrado de nuevo a una vorágine de violencia y venganza tras el asesinato de su hijo.

5 es el número perfecto destaca por su atmósfera intensa y envolvente, su ritmo narrativo ágil, la profundidad emocional de los personajes y un estilo visual que combina un trazo muy enérgico con un uso muy expresivo del color (la bicromía). La obra tuvo un éxito inmediato, se publicó en varios países europeos y ganó el premio a «Libro del año» en la Feria del Libro de Fráncfort.
Con el paso del tiempo, se ha consolidado como la obra más popular de Igort, además de consagrarlo como uno de los grandes maestros del cómic contemporáneo. Su fuerza narrativa y su ambientación tan sugerente la han convertido en una obra de culto. De hecho, en 2019, se adaptó al cine con una película homónima, dirigida por el propio Igort, y con Toni Servillo y Valeria Golino como protagonistas.
Memorias y periodismo gráfico: los Cuadernos rusos, ucranianos y japoneses
Durante los años siguientes, Igort emprende un camino narrativo nuevo, adentrándose en el género del periodismo gráfico y la autobiografía. Tras pasar una larga estancia en Ucrania, Rusia y Sibera, en 2010 publica Cuadernos ucranianos, una obra incluida dentro de la colección Strade Blu de Mondadori. La obra es un reportaje ilustrado que retrata las duras condiciones de vida y las historias de la gente que conoció durante su viaje por la antigua Unión Soviética.

Más tarde, en 2011, publicó Cuadernos rusos. En busca de Anna Politkovskaja. Un reportaje ilustrado. Se trata de una investigación ilustrada sobre la periodista rusa Anna Stepanovna Politkovskaja, asesinada por su defensa de los derechos humanos y sus críticas al Gobierno ruso. Estos volúmenes marcaron un punto de inflexión en la obra de Igort, que utiliza el lenguaje del cómic para abordar temas de actualidad y gran relevancia, con una mirada empática y una gran capacidad de observación.

En 2014, se publica una versión ampliada de Cuadernos ucranianos con un nuevo subtítulo: Las raíces del conflicto. Y, en 2022, se publica el capítulo final de la obra: Diario de una invasión. Para este último capítulo, Igort viaja a Ucrania justo en los días posteriores a la invasión rusa y recopila testimonios in situ.
Igort también regresó al lugar donde se quedó su corazón: Japón. Entre 2015 y 2020, publica Cuadernos japoneses, una trilogía que mezcla la autobiografía, la crónica de viaje y el reportaje ilustrado, y en la que narra los años que el autor pasó en Japón con una mirada íntima y culta sobre la cultura nipona. Igort vuelve a fusionar en esta obra el periodismo gráfico con las experiencias personales. Habla tanto de su intensa actividad en los años 90 como de sus vínculos con dibujantes de renombre como Tanaka (autor de GON). Además, estas tres obras nos permiten descubrir a autores japoneses que no son tan conocidos en Europa.
Estas obras recibieron un gran reconocimiento por parte de la crítica y del público, y consagraron a Igort como una de las figuras más relevantes del periodismo gráfico a nivel internacional.
Por otro lado, su trabajo de ensayo gráfico y documental en Rusia y Ucrania ha cruzado fronteras y ha llegado a Estados Unidos. La editorial Simon & Schuster ha sido la encargada de publicar sus obras, que han llegado a alcanzar el top diez de la prestigiosa New York Times Review of Books.
El legado de Igort
Igort ha sido galardonado con diversos premios y reconocimientos a lo largo de su carrera, prueba de su talento artístico y de su impacto en el mundo del cómic y de la cultura en general. Actualmente ocupa cargos destacados en el mundo editorial, como la dirección editorial de la revista Linus (desde 2018) y de su nueva versión Alterlinus, lo que demuestra su constante dedicación a la promoción del lenguaje del cómic. En 2016, fundó la editorial Oblomov, continuando así su incansable labor como explorador e innovador en el universo de la narrativa visual.

Igorr continúa en plena actividad, también en su faceta divulgativa a través de su canal de YouTube, donde comparte conocimientos sobre el cómic y otros temas. En resumen, Igort es uno de los pocos intelectuales polifacéticos que sigue siendo capaz de emocionar, enseñar e inspirar con cada una de sus creaciones.