La impresión de la música: historia y curiosidades de las partituras

La impresión de la música: historia y curiosidades de las partituras

Eugenia Luchetta Publicado el 10/23/2020

Cuando se habla de la «historia de la impresión», siempre se hace referencia a la historia de las palabras impresas. Sin embargo, al mismo tiempo que se desarrolla la impresión de palabras, se empieza a desarrollar la impresión de otro sistema de notación: el musical. La impresión de textos y partituras evoluciona en paralelo, compartiendo avances tecnológicos y progresos. Sin embargo, la publicación de la música en formato impreso conllevaba algunas complejidades y dificultades que, en ocasiones, han desviado dicha evolución.

A continuación, podéis encontrar las principales etapas de este recorrido, en el que la notación musical se ha reinventado varias veces, pasando de ser unas simples anotaciones sobre cómo enunciar los distintos versos de una canción, hasta convertirse en un complejo sistema que da información precisa sobre notas, alturas, ritmos… para toda una orquesta.

En la antigüedad: los antepasados de la partitura moderna

Las primeras formas de notación musical aparecen incluso antes de que se empezase a usar el papel y el pergamino como medio para la escritura. La primera forma de escritura musical recuperada hasta ahora fue una tablilla cuneiforme creada en Babilonia (el actual Iraq), aproximadamente en el año 2000 a. C. Las distintas formas de notación musical también eran comunes en la Antigua Grecia al menos desde el siglo VI a. C. Por aquel entonces, se colocaban símbolos sobre las sílabas que daban información sobre la entonación que debía darse.

Himnos délficos descubiertos en el Templo de Apolo en Delfos, en una de las paredes exteriores del Tesoro de los atenienses. El primero data del año 138 a. C. y el segundo, del año 128 a. C.

Edad Media: la música en los manuscritos ilustrados

La concepción de la notación musical moderna, con la adopción del tetragrama (que posteriormente se sustituyó por el pentagrama), se la debemos a Guido de Arezzo, alrededor del año 1000. Aunque, en la mayoría de los casos, la música se siguió transmitiendo de forma oral, en las abadías, se empezó a transcribir a mano, con gran laboriosidad, en los denominados manuscritos ilustrados. De esa forma, la música iba acompañada de ilustraciones y adornos preciosos.

Codex Squarcialupi, un manuscrito musical ilustrado realizado en Florencia a comienzos del siglo XV, Biblioteca Medicea Laurenziana (Florencia).
«Sumer is icumen in», un canon medieval inglés de finales del siglo XIII, British Library.

La impresión con tipos móviles: Ottaviano Petrucci y John Rastell

Con la invención de la impresión con tipos móviles en el siglo XV, la imprenta se convierte, como es sabido, en el medio más habitual para producir y divulgar textos, mientras que la música continúa transmitiéndose en códices manuscritos. Esto, en parte, se debe a la ausencia de una notación musical uniforme y consensuada, pero, sobre todo, a la dificultad técnica de incluir y alinear notas y líneas musicales, además de un posible texto. Lo que se solía hacer era añadir las líneas a mano, ya fuese antes o después de realizar la impresión de la música. Otras veces, en cambio, lo que se hacía era imprimir las líneas y un escriba se encargaba de añadir las notas y los textos a mano.

ttaviano Petrucci, uno de los impresores de música más innovadores del siglo XV y XVI, creó un sistema que consistía en una triple impresión de líneas, texto y notas en tres pasos sucesivos. Los resultados eran muy limpios y elegantes, pero el proceso resultaba demasiado largo, difícil – ajustar las tres impresiones de manera precisa requería una gran maestría – y no era reproducible a gran escala. En el año 1520, el inglés John Rastell ideó un un modelo distinto en el que las líneas, palabras y notas formaban parte de un mismo caracter y, por tanto, solo era necesaria una impresión. El método gustó más que el de Petrucci, pese a que los resultados eran menos precisos, y se difundió por toda Europa, convirtiéndose en el método estándar hasta la llegada de la calcografía en el siglo XVII.

Ottaviano Petrucci, Harmonice Musices Odhecaton, 1501.
A la izquierda: ensamblaje de los tipos. Se añadían trozos de otros tipos para colocar las notas en las distintas zonas de las líneas.
A la derecha: tipos móviles musicales. Imágenes de musicprintinghistory.org.

Calcografía: el método más usado hasta los tiempos modernos

La limitación que tenían los tipos móviles residía en que eran demasiado estáticos, lo que impedía duplicar muchos de los detalles de los manuscritos. Por ese motivo, las imprentas recurrieron a otras técnicas de impresión, entre las que se encontraba la calcografía. El proceso consistía en la realización de incisiones con las líneas, notas y texto directamente en una plancha. Posteriormente, se llenaban de tinta y se usaban para imprimir dichas incisiones en papel. El resultado de impresión era de altísimo nivel, tanto que editoriales de música como G. Henle Verlag continuaron realizando calcografía a mano en sus partituras hasta el año 2000.

 En un principio , las incisiones de las planchas se realizaban de forma libre y a mano. Posteriormente, se crearían herramientas específicas para cada elemento:

  • Cinceles para las partituras.
  • Burines elípticospara el crescendo y el decrescendo.
  • Burines planos para añadir ligaduras.
  • Punzones para las notas, las claves, las armaduras y las letras.

La calcografía fue la técnica mayoritaria para la impresión de partituras hasta finales del siglo XIX, momento en el que cae en declive por el desarrollo de la tecnología fotográfica.

Proceso de realización de una incisión a mano de una placa. Imagen de musicprintinghistory.org.

Escritura a mano: la importancia de las anotaciones manuales

El desarrollo de la impresión de partituras contribuyó a la estandarización de los símbolos de la notación musical, dejando poco espacio a las variaciones inevitables que se producían en la transcripción manual. Sin embargo, los compositores continuaron escribiendo su propia música a mano, antes de pasársela a un copista y, posteriormente, a una imprenta para su distribución.

Con la difusión de la impresión por calcografía, se vuelven bastante habituales los folios de partituras con las líneas ya impresas sobre los que escribir las notas. En el siglo XX, las partituras se imprimían a veces en papel de calco o papel velo, lo que facilitaba hacer correcciones y revisar el trabajo a los compositores. Además, permitía hacer más copias mediante un proceso de exposición fotográfica. Si, en cambio, el papel utilizado era mate, debía tener una textura fina, de forma que la tinta no se expandiese. La tinta siempre era de color negro.

“Phantasie für eine Orgelwalze”, Allegro y Andante en Fa Menor, Mozart. Manuscrito original.

Ordenadores y partituras: el software para la notación musical

Como prácticamente cualquier otro proceso, los ordenadores han revolucionado también el modo de escritura y de producción de las partituras. De hecho, hoy en día, existen software de notación musical (como Finale o Sibelius) que, de forma no muy diferente a un procesador de textos, permiten teclear, modificar e imprimir partituras. Los software de notación musical facilitan las cosas en diversos aspectos. Por ejemplo, se pueden introducir correcciones, extraer fragmentos para la orquesta, adaptar la música para los distintos instrumentos, cambiar la clave de una obra y otras muchas cosas más. Algunos software permiten incluso reproducir digitalmente la música para que nos hagamos una idea de cómo sonará con un instrumento real.

Captura de pantalla del software Sibelius.

Aun así, los distintos métodos de representación de la música siguen evolucionando. Algunos como métodos alternativos y otros como método de apoyo para instrumentos concretos. Por ejemplo, existen pictogramas para instrumentos de viento que indican qué agujeros hay que cubrir, o sistemas para los instrumentos de percusión, que no producen notas en un tono concreto. También existen formas de notación alternativas para la guitarra, un instrumento que es muy común hoy en día.

En cualquier caso, la estandarización de la notación musical en forma de partitura supone una gran conquista de la educación musical occidental. Por medio de la impresión, se ha intentado reproducir, mecánicamente y de la manera más precisa posible, la notación durante siglos. Y sin embargo, es gracias precisamente a la impresión que se ha podido estandarizar un sistema tan complejo.