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Existe un objeto, hoy día considerado retro, que cuando se comercializó a principios de los años 60 supuso una pequeña revolución en el mundo del grafismo y la tipografía: hablamos de las letras transferibles de Letraset, también conocidas en inglés como instant lettering.
Se trata de hojas especiales, cada una de ellas llena de figuras, letras, símbolos, elementos decorativos y (más adelante) también logos y dibujos pequeños. Una herramienta inmediata y una innovación bastante simple que, por primera vez, hizo posible algo difícil de imaginar: ¡cualquiera con unos pocos centavos podía producir carteles, pósteres o fanzines en casa!
Hoy te contamos la historia de esta marca que se volvió icónica y cómo sus letras transferibles influyeron en la estética y la cultura popular de aquellas intensas décadas.
Hojas y fuentes tipográficas destinadas a hacerse famosas
Era 1961 y aún estaban por llegar los eventos que marcarían indeleblemente esa década. Por poner un ejemplo, los Beatles se acababan de formar y su primer álbum aún no había sido concebido. Fue en ese año cuando una incipiente empresa londinense llamada Letraset comenzó a desarrollar un nuevo producto: las transferencias en seco.
El funcionamiento de la técnica de transferencia era muy simple: se colocaban las hojas sobre cualquier superficie y frotando con cuidado la letra se imprimía, o más exactamente, se transfería. De hecho, las hojas de Letraset estaban hechas de un material sensible a la temperatura y las letras estaban impresas con tintas especiales. El frotamiento aumentaba el calor y permitía que el carácter tipográfico se transfiriera al medio deseado sin tener un grosor particular. El resultado se parecía a una impresión real.
Era el comienzo de una pequeña revolución: desde la propia casa se podía, por primera vez, componer cualquier producto gráfico. ¡Cualquiera podía imaginar y producir un póster, un cartel publicitario, un fanzine o un folleto!
Patentadas en 1962, las letras transferibles de Letraset fueron inmediatamente un éxito comercial destinado a entrar en los hogares de millones de personas. En los años siguientes, la misma tecnología fue utilizada por otras empresas. Por ejemplo, en Italia las letras transferibles de la empresa veneciana R41 eran muy comunes.
¡La composición gráfica al alcance de todos por primera vez!
El hecho de que cualquier persona desde casa, con su propio ordenador o smartphone, pueda crear un folleto con diferentes fuentes tipográficas, símbolos decorativos e imágenes nos parece una obviedad en la actualidad. Sin embargo, en la década de 1960, todo esto representaba una novedad absoluta y lo seguiría siendo en las décadas siguientes; basta pensar que los primeros ordenadores personales aparecieron tres décadas después.
En los años 60 todavía se necesitaban máquinas muy costosas y la intervención de expertos para componer e imprimir un producto gráfico: grafismos y tipografías. Mientras que las letras transferibles costaban unos pocos centavos y no requerían grandes habilidades técnicas para usarlas. Fueron la primera tecnología DIY para la composición gráfica y, por supuesto, se hicieron muy populares.
Así fue como las letras transferibles condicionaron la estética y la cultura popular de los años 60, 70 y 80. El hecho de que la composición gráfica se volviera tan accesible dio rienda suelta a la imaginación de entusiastas y profesionales. Y el mundo del diseño gráfico se volvió más… democrático.
Se empieza a experimentar: las icónicas letras transferibles son utilizadas por diseñadores gráficos, estudios de diseño, arquitectos, agencias de publicidad y artistas. Todos exploran posibilidades consideradas tabú hasta entonces: juegan con letras impresas y con el lettering, rompen y rotan palabras, utilizan la infinidad de fuentes diferentes que por fin tienen disponibles a un precio muy reducido y las modifican alternando manualmente las letras o figuras, alargándolas o acortándolas.
https://www.youtube.com/watch?v=MLvbLnFwQn0&ab_channel=ARTE
Precisamente por su carácter «anárquico», económico y sin intermediación, las letras transferibles también fueron amadas por los movimientos contraculturales de la época. De hecho, en algunos casos, confiar en un editor o en un diseñador gráfico profesional aumentaba el riesgo de que lo que uno tenía en mente fuera censurado o que no viera la luz.
Y también por eso el movimiento punk fue fan de las letras transferibles, como nos cuenta este interesante minidocumental en el canal Arte, donde explican el gran uso que le dieron para las portadas de sus discos (aquí en Rolling Stones puedes encontrar la versión con subtítulos en italiano).
¿Qué es de las letras transferibles en la actualidad?
La tecnología de las letras transferibles siguió siendo popular durante muchas décadas. Por ejemplo, se aplicó a lo largo de los años también para la creación de juegos para niños por parte de la propia empresa Letraset (esos que en Italia se conocieron como transferelli, muy populares en la década de los 80).
En los años 90 comenzaron a extenderse los primeros ordenadores personales y obviamente el instant lettering empezó a quedar obsoleto. Sin embargo, no todo el mundo sabe que en esos años Letraset también se movió hacia el mundo digital: la empresa inglesa produjo algunos programas de diseño gráfico para el sistema Macintosh, como ImageStudio y ColorStudio que, a decir verdad, no tuvieron mucho éxito.
Sin embargo, Letraset logró sobrevivir a la década de los 90 gracias a los derechos sobre sus fuentes, que se habían popularizado gracias al instant lettering y se fueron digitalizando gradualmente. Precisamente por eso, algunas fuentes tipográficas aún conservan la palabra Letraset en su nombre.
Por lo tanto, el legado de Letraset está lejos de desaparecer y no solo se le debe a la empresa el mérito de ser la primera en democratizar el mundo de la composición gráfica. Por ejemplo: parece ser que fue Letraset la que popularizó el uso de Lorem Ipsum como texto de marcador de posición. De hecho, ¡las hojas de Letraset fueron de las primeras en contener texto Lorem Ipsum!
Y aún hoy, la técnica de la transferencia en seco conserva cierto encanto, precisamente por su materialidad frente a lo digital. Malcom Garret, actual profesor en la Escuela de Arte de Mánchester y uno de los primeros en usar el instant lettering en portadas de discos en la década de los 70, habla del asombro en los ojos de sus alumnos cuando descubrieron esta técnica por primera vez.
Para aquellos que se han vuelto nostálgicos o quieren experimentar con esta técnica, existe Letra Shop, un comercio electrónico que todavía vende las letras transferibles de Letraset. Por otro lado, la editorial londinense Unit Editions ha publicado un libro maravilloso en edición limitada: Letraset: The DIY Typography Revolution .
¿Y tú? ¿Conocías ya las letras transferibles? ¿Las sigues usando o usarías en tus trabajos?