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Cuando se habla de maquetar un libro, a menudo se piensa en una tarea técnica: márgenes, fuentes, números de página. Pero la maquetación es mucho más que eso. Es el momento en el que un texto deja de ser un archivo y se convierte en un libro propiamente dicho, pensado para leerse, hojearse y sostenerse entre las manos.
Una buena maquetación no busca llamar la atención. No “se ve”. Se percibe: en la fluidez de la lectura, en el confort visual, en lo natural que resulta seguir el texto página tras página. En cambio, un libro mal maquetado cansa, distrae y delata enseguida un enfoque amateur, incluso cuando el contenido es sólido.
Esta guía nace para aportar contexto, método y criterio a quien va a maquetar un libro por primera vez, pero también para aclarar aspectos técnicos útiles para quienes ya tienen cierta experiencia.
Qué significa realmente maquetar un libro
Maquetar un libro significa organizar el contenido dentro de la página siguiendo una lógica editorial precisa. No es un simple ejercicio estético y no coincide con escribir o corregir el texto.
Al maquetar, se toman decisiones que influyen en:
- la legibilidad a largo plazo
- el ritmo de lectura
- la percepción de calidad del libro
- la correcta producción en imprenta
Una novela, un ensayo o un manual no se leen como una página web. El soporte físico impone reglas distintas, maduradas con el tiempo en la edición tradicional. Ignorarlas no te hace “moderno”: suele conducir a un resultado incómodo y poco profesional.

Antes de empezar: cómo “piensa” un libro impreso
Uno de los errores más comunes es abrir Word o InDesign sin haber aclarado ciertos puntos básicos. Un libro impreso tiene una materialidad que condiciona cualquier decisión de maquetación.
El formato no es un detalle
El formato de un libro determina:
- cuánto texto cabe en una página
- la longitud de la línea
- cuánto “aire” tiene el texto
Los formatos demasiado grandes hacen que la lectura se disperse; los demasiado pequeños comprimen el contenido. Los formatos editoriales estándar no son un límite creativo, sino el resultado de décadas de experiencia en legibilidad.
El número de páginas importa más de lo que parece
El número de páginas influye en la encuadernación, el lomo y los márgenes interiores. Un libro fino y uno muy grueso no se maquetan igual. Pensar en el número de páginas solo al final suele obligar a rehacer parte del trabajo.
Impresión y digital no son lo mismo
Un libro pensado para imprenta debe respetar condicionantes físicos concretos. Aunque el contenido también se publique en digital, la maquetación para impresión es la más exigente y la que requiere mayor atención.
La gramática de la maquetación: un glosario esencial
Antes de entrar en lo operativo, conviene aclarar el significado de los elementos principales que componen la maquetación de un libro. Son conceptos que aparecerán a lo largo de la guía: entenderlos desde el principio ayuda a seguir el proceso con más criterio.
Formato del libro
Es el tamaño final de la página impresa. El formato determina las proporciones del texto, la longitud de las líneas y cómo el lector percibe y maneja el libro. Cada decisión posterior depende del formato.
Márgenes
Son los espacios en blanco que rodean el texto dentro de la página. No sirven solo para “enmarcar”: garantizan legibilidad y confort visual. En especial, el margen interior debe tener en cuenta la encuadernación para que el texto no quede demasiado cerca del lomo.
Caja de composición (mancha de texto)
Es el área de la página donde realmente se coloca el texto. Define dónde “vive” el contenido dentro de los márgenes y marca el ritmo visual de la página. Una caja bien diseñada hace que la lectura fluya sin llamar la atención.
Tipografía
Abarca el conjunto de decisiones relacionadas con el texto: fuente, tamaño del cuerpo, interlineado y longitud de línea. La tipografía influye directamente en la legibilidad y en el placer de lectura, especialmente en textos largos.
Estructura del libro
Es la organización de las partes que componen el volumen: capítulos, párrafos, páginas iniciales, paginación y, si las hay, cabeceras. Una estructura clara ayuda al lector a orientarse y aporta orden a todo el proyecto.
Sangrado (bleed)
Es la extensión de imágenes o fondos de color más allá del borde final de la página. Solo es necesario en casos concretos, cuando los elementos llegan hasta el borde, y está ligado a la fase de impresión.
Archivo para imprenta
Es el documento final, normalmente en PDF, con los ajustes correctos para producción. Incluso una maquetación bien pensada puede dar problemas si el archivo no está preparado adecuadamente.
La página: márgenes, caja y espacio en blanco
Cuando hojeas un libro bien resuelto, el texto parece “estar donde debe”. Ese equilibrio nace de una correcta gestión del espacio.

La caja de composición: el corazón de la página
La caja de composición es el área que contiene el texto. No coincide con el formato de la página, sino con la zona donde el ojo se mueve sin esfuerzo.
Si es demasiado amplia, el texto se acerca a los márgenes y las líneas se vuelven excesivamente largas, haciendo la lectura más cansada.
Si es demasiado estrecha, las líneas se acortan y el ojo se ve obligado a retornar constantemente, rompiendo el ritmo.
Una caja bien diseñada sirve para esto: mantener el texto en un área equilibrada, de modo que acompañe la lectura sin competir con el contenido.
Margen interior y encuadernación: un error que se paga caro
El margen interior, el más cercano al lomo, debe ser mayor que los demás. Al encuadernar, parte de la página queda inevitablemente “tragada”.
Si el margen interior es demasiado estrecho, el lector tendrá que forzar el libro para leer. Es uno de los errores más frecuentes en la autopublicación y una señal clara de una maquetación inexperta.
El espacio en blanco no es espacio perdido
En edición, el blanco forma parte del proyecto. Sirve para dar aire al texto, separar contenidos y guiar la lectura. Llenar cada centímetro de página no hace un libro más “rico”, sino más fatigoso.
Tipografía: por qué el texto se lee (o no se lee)
La elección tipográfica suele infravalorarse, pero es uno de los aspectos más delicados de la maquetación.
La fuente no debería hacerse notar
Una fuente adecuada para lectura continua está diseñada para “desaparecer”. Debe ser equilibrada, con letras bien distinguibles y un dibujo que no canse tras muchas páginas.
Fuentes demasiado decorativas o pensadas para pantalla pueden funcionar en títulos o textos breves, pero se vuelven problemáticas en un libro.
Cuerpo, interlineado y longitud de línea
La legibilidad nace del equilibrio entre:
- tamaño del carácter
- distancia entre líneas
- longitud de línea
Si uno de estos elementos está fuera de escala, la lectura se ralentiza. El lector no siempre sabe explicar por qué, pero lo nota.
Párrafos y sangrías: una gramática visual
En los libros, los párrafos suelen distinguirse con una sangría en la primera línea, no con espacio adicional entre párrafos. Es una convención editorial que compacta y ordena el texto. Mezclar soluciones crea ruido visual.
La estructura del libro: orden, ritmo, coherencia
Un libro no es un flujo continuo de texto. Es una secuencia organizada de partes.
Las páginas iniciales
Portadilla, portada legal (créditos/colofón) y páginas introductorias siguen reglas concretas y no forman parte del cuerpo principal. Conviene tratarlas como secciones autónomas, también en la numeración.
Los capítulos
Cada capítulo empieza en una nueva página. No es una elección estética, sino una convención que ayuda a orientarse. “Bajar” el texto a base de saltos manuales es un error típico de quien no trabaja con estilos y estructura.
Paginación y cabeceras
La paginación no es un detalle menor. Debe ser coherente, discreta y colocada siempre en el mismo lugar. Las cabeceras, cuando existen, ayudan a orientarse, pero conviene usarlas con moderación. Las cabeceras son textos breves en la parte superior de la página, normalmente con el título del capítulo o el nombre del autor, para facilitar la orientación durante la lectura.

Parámetros prácticos para una maquetación editorial estándar
Cuando se empieza desde cero, disponer de valores de referencia concretos es esencial. Los parámetros que siguen ofrecen una base editorial neutra y sólida, adecuada para la mayoría de libros narrativos y de ensayo. No son reglas absolutas, sino estándares de partida fiables para lograr una maquetación seria, legible y profesional.
Formato de página
Dos formatos muy utilizados en edición son:
- A5 (148 × 210 mm)
- 13 × 20 cm
Ambos equilibran manejabilidad, longitud de línea y confort de lectura. Para una primera maquetación, conviene partir de uno de estos formatos antes de buscar opciones más particulares.
Márgenes (valores orientativos)
En un libro encuadernado, los márgenes no deberían ser iguales. Una base razonable puede ser:
- Margen interior: 2,5–3 cm
- Margen exterior: 2–2,2 cm
- Margen superior: 2–2,5 cm
- Margen inferior: 2,5–3 cm
El margen interior más amplio compensa la encuadernación. Un margen inferior algo mayor ayuda al equilibrio visual de la página.
Caja de composición (mancha de texto)
Con los márgenes anteriores, la caja queda centrada y evita líneas demasiado largas o demasiado cortas.
En la práctica, la longitud de línea debería situarse aproximadamente entre 55 y 70 caracteres, espacios incluidos, para favorecer una lectura fluida.
Tipografía y cuerpo del texto
Para un libro “estándar” conviene partir de una fuente pensada para lectura continua, evitando estilos decorativos o demasiado marcados.
Dos fuentes muy utilizadas y fiables en proyectos editoriales son:
- Garamond
Es una de las serif más usadas en edición: equilibrada, muy legible en textos largos y con un tono clásico y discreto, especialmente adecuada para narrativa y ensayo tradicional. - Minion Pro
Es un estándar contemporáneo en edición profesional: versátil, muy legible y diseñada expresamente para textos largos. Funciona bien en distintos formatos y mantiene una apariencia limpia y neutra.
De forma orientativa:
- Cuerpo de texto: 10,5–11,5 pt (según la fuente y el formato)
La abreviatura pt significa point (en español, punto tipográfico).
Es la unidad de medida usada en tipografía para indicar el tamaño de los caracteres y otros elementos del texto.
La elección final siempre conviene verificarla imprimiendo algunas páginas de prueba: lo que funciona en pantalla no siempre funciona igual en papel.
Interlineado
El interlineado es uno de los factores que más influyen en el confort de lectura. Una base fiable es:
- interlineado de 1,3–1,5× el cuerpo del texto
Por ejemplo:
- cuerpo 11 pt → interlineado 14–15 pt
Un interlineado demasiado estrecho fatiga; uno demasiado amplio rompe el ritmo.
Párrafos y sangrías
En libros, lo más habitual es:
- sangría de primera línea: 4–6 mm
- sin espacio entre párrafos
La sangría no se aplica al primer párrafo tras un título o al inicio de capítulo. Lo importante es elegir un criterio y mantenerlo coherente en todo el libro.
Una nota final
Estos parámetros no sirven para “cerrar” la maquetación, sino para empezar con buen pie. A partir de esa base, el trabajo editorial continúa afinando proporciones, espacios y decisiones tipográficas según el texto, el público y la experiencia de lectura deseada.

Con qué programa maquetar un libro
Elegir el programa no es una cuestión de “nivel”, sino de adecuación al proyecto. Word e InDesign responden a necesidades distintas y exigen enfoques diferentes. Más importante que escoger el “correcto” en abstracto es saber trabajar con método.
A continuación encontrarás dos mini guías pensadas para ofrecer un método claro y aplicable según la herramienta.
Cómo maquetar un libro en Word: método práctico para no perder el control
Word puede ser una opción válida para maquetar un libro si se acepta su alcance y se trabaja con método. Funciona bien con textos lineales y estructuras sencillas, pero se vuelve difícil de manejar si se improvisa.

1.Configurar el documento antes de tocar el contenido
El primer paso es definir los ajustes básicos antes de intervenir en el texto. Formato de página, márgenes y vista a doble página deberían fijarse desde el inicio. En particular, conviene prever un margen interior mayor para la encuadernación: corregirlo al final suele obligar a revisar el conjunto.
2.Usar estilos como columna vertebral
Los estilos son el núcleo de la maquetación en Word. Texto base, títulos de capítulo, subtítulos y citas deben gestionarse mediante estilos. Así se mantiene la coherencia visual y se pueden aplicar cambios globales sin correcciones manuales interminables. Trabajar sin estilos, sobre todo en documentos largos, casi siempre termina en desorden.
3.Gestionar capítulos, saltos y paginación
La estructura del libro debe construirse con rigor. Cada capítulo debería empezar con un salto de página, no a base de retornos manuales. La paginación debe configurarse distinguiendo las páginas iniciales del cuerpo principal. Esto evita problemas de orden y hace el documento más estable.
4.Controles finales y exportación
Antes de exportar el PDF final conviene comprobar márgenes, alineaciones, coherencia de estilos y ausencia de sangrías o espacios añadidos “a mano”. Word puede dar resultados correctos, pero cuando el documento crece o se necesita control tipográfico fino, sus límites se hacen evidentes.
Maquetar un libro con InDesign: cómo configurar el proyecto correctamente
InDesign está diseñado para la maquetación editorial y permite gestionar libros complejos con orden y fiabilidad. Por eso, la fase más importante es la configuración inicial del proyecto.

Definir formato, márgenes y caja de composición
El trabajo empieza al crear el documento. Formato, márgenes y caja deben definirse con precisión desde el inicio. InDesign ofrece un control del espacio mucho más fino que Word y permite evaluar de inmediato el equilibrio de la página.
Construir las páginas maestras
Las páginas maestras permiten gestionar elementos repetidos como numeración y cabeceras. Configurarlas bien garantiza coherencia en todo el libro y permite cambios globales sin trabajo repetitivo.
Controlar el texto con estilos
En InDesign, los estilos de párrafo y carácter no son opcionales. Cada elemento textual debe estar gobernado por un estilo. Este enfoque mantiene el orden, la coherencia tipográfica y el control incluso en proyectos largos y complejos.
Gestionar libros largos y preparar el archivo para imprenta
A medida que el proyecto crece, InDesign mantiene estabilidad y control. Es ideal para libros con varios niveles de títulos o estructuras articuladas. La preparación del archivo para imprenta se convierte así en una fase de revisión y ajuste, no de corrección de urgencia.
Plantillas: un atajo que conviene usar con criterio
Las plantillas pueden ser un buen punto de partida, sobre todo al principio. Sin embargo, no sustituyen la comprensión de las reglas de maquetación. Márgenes, caja, estilos y paginación deben revisarse siempre: un error en la plantilla se replica automáticamente en todo el libro.
Del archivo al libro impreso: cuándo la maquetación está realmente terminada
Una maquetación está terminada solo cuando el archivo está listo para imprenta. Esto implica verificar:
- formato de página correcto
- márgenes coherentes con la encuadernación
- sangrado solo cuando sea necesario
- estructura ordenada y consistente
- exportación correcta del PDF
Muchos problemas aparecen en esta fase. Por eso conviene pensar en la impresión desde el principio, no como el último paso.

Errores más comunes (y por qué ocurren)
La mayoría de errores nacen de una falsa simplicidad: “si solo es texto…”. Precisamente el texto, sin elementos gráficos llamativos, deja ver cualquier imperfección.
Márgenes incorrectos, tipografías inadecuadas, espaciados incoherentes y exceso de ajustes manuales son señales típicas de una maquetación improvisada. Evitarlos no requiere genialidad, sino método y criterio.
Maquetar un libro es un gesto editorial
Maquetar un libro no es aplicar reglas de memoria. Es entender cómo funciona un objeto pensado para leerse, respetar su lógica y traducirla en decisiones concretas.
Estés trabajando en tu primer libro o en un proyecto más complejo, el objetivo es el mismo: hacer el texto legible, creíble y listo para imprimir. Cuando la maquetación funciona, el lector no se da cuenta. Y esa es precisamente la señal de un buen trabajo.
