Periódicos: papel y tinta para todo el mundo

Periódicos: papel y tinta para todo el mundo

Marco Catania Publicado el 4/24/2018

Tener a disposición en cada plaza, por poco más de un euro, cincuenta o cien hojas de papel rellenas de historias ocurridas en las últimas 24 horas: lo que hoy nos parece natural, cuando compramos un periódico en un quiosco, es realmente un milagro, si lo pensamos bien. Hicieron falta casi cinco siglos para armar este sistema de impresión rápida y masiva, que se convirtió en una pieza clave de la democracia. Ahora, Internet lo está cuestionando todo, pero los expertos dudan que el sistema se vaya completamente al traste. Es un buen momento para echar la vista atrás y preguntarse cómo la tecnología de la imprenta nos ha llevado hasta aquí. 

Prehistoria de la prensa en España

La conquista de Granada y las primeras gestas de los españoles en el Nuevo Mundo fueron los primeros acontecimientos que se imprimieron en “relaciones de sucesos”. Esas hojas volantes se imprimían con planchas de madera cortadas: una técnica llamada xilografía. La invención de la imprenta de tipos móviles de Gutemberg aceleró ese proceso. “En el siglo XVII, las obras de los autores del siglo de oro circulaban en hojas sueltas de ínfima calidad, publicadas con cierta periodicidad para un público popular”, explica Albert Corbeto, historiador de la tipografía de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona.

Relación de sucesos de 1639

La Gaceta de Madrid

En 1661 apareció la Gaceta de Madrid, la primera publicación periódica (aunque no diaria) en España, que sucesivamente se convertiría en el Boletín Oficial del Estado. “Publicaciones como esta o el Mercurio estaban lejos de nuestra idea de periódico: se parecían más a libros y contenían noticias traducidas del extranjero o reseñas de libros”, observa Corbeto.

Publicación do Estatuto real de 1834 en la Gaceta de Madrid

El Diario de Barcelona

No fueron ni la invención de Gutenberg ni sus perfeccionamientos (por ejemplo, el paso de la prensa de madera a la metálica) lo que desencadenaron la invención del periódico moderno. “Lo que lo hizo fue la democratización del público lector. En la segunda mitad del siglo XVIII, la gente empieza a ir por la calle sabiendo leer”, explica Corbeto. Es en esa época – en concreto en 1792 – cuando aparece el Diario de Barcelona, el periódico que más larga vida ha tenido en España, hasta su cierre en 2009.

Portada del primer número del Diario de Barcelona

Prensa y revolución industrial

Si no fue la tecnología la que creó el periódico, sin embargo fue ella la que lo hizo prosperar. En el siglo XIX, aparecen y alcanzan su madurez máquinas que permiten imprimir a gran velocidad, lo que garantiza la producción masiva necesaria para la industria de la prensa. En primer lugar, la imprenta se mecaniza. “Ya no es una persona, sino una máquina la que pone la hoja”, explica Corbeto. Sin embargo, el cuello de botella sigue siendo la composición: una persona tiene que poner las letras una a una.

Grabado de las máquinas de la imprenta del periódico El Imparcial, publicado en la revista La Ilustración de Madrid en 1870 (Manuel Nao/Bernardo Rico y Ortega)

La eclosión del siglo XIX

A lo largo del siglo, las innovaciones que eliminan el cuello de botella de la composición manual se precipitan, hasta culminar en la invención de la monotipia y la linotipia. Ambos sistemas permiten componer el texto por medio de un teclado parecido al de una máquina de escribir. Los caracteres (individuales o líneas enteras, respectivamente) son fundidos dentro de la máquina y se pueden volver a fundir después de la impresión. No es casualidad que la mayoría de los periódicos decanos de España nazcan en la segunda mitad del siglo XIX: Faro de Vigo (1853), El Norte de Castilla (1854), Las Provincias(1866), Diario de Cádiz (1867), El Correo Gallego (1878), El Comercio (1878), El Correo Catalán (1879) y La Vanguardia (1881).

Linotipia del diario El Norte, de Buenos Aires (Mushii)

Nueva tipografía y fotocomposición

La eclosión de las vanguardias del siglo XX – Bauhaus, futurismo, dadaísmo, etcétera – se refleja en la tipografía de los periódicos. La nueva tipografía, consagrada por el el diseñador alemán Jan Tschichold, aboga por la letra de palo seco, la funcionalidad y romper las estructuras tradicionales. La fotografía elimina los últimos aspectos manuales de la impresión. En lugar de crear el texto en planchas de piedra o metal, los tipógrafos emplean la fotografía para transferirlo en las planchas de impresión. Además, la impresión ófset permite transferir esas imágenes en cilindros de goma u otros materiales: nace la rotativa, con su frenético ritmo de impresión.

El tipógrafo y diseñador Jan Tschichold (1902 Leipzig–1974 Locarno) en 1963 (ErlingMandelmann.ch)

Digitalización y futuro

Desde los años ’80, los ordenadores permiten generar los textos e imágenes que se envían a la rotativa por medio de programas informáticos. A la vez, las técnicas de impresión han avanzado tanto que el color ha irrumpido en los periódicos, que por coste y eficiencia siempre se habían quedado en el blanco y negro. El ultimo paso de este proceso de desmaterialización Internet, que prescinde de la impresión. “Sin embargo, aún no existen herramientas suficientemente buenas para reemplazar el elemento impreso”, opina Corbeto. “Experimentamos la convivencia de varios soportes propia de todos los momentos de cambio. Si hablamos de lectura de profundidad, dudo que la impresión se pueda reemplazar”, concluye.