Tres historias curiosas sobre la tinta

Tres historias curiosas sobre la tinta

Giovanni Blandino Publicado el 7/28/2018

Desde la invención de la imprenta, la tinta ha acompañado paso a paso a la historia… manteniéndose a menudo un poco al margen. Pero, en realidad, esta sustancia más o menos viscosa es crucial para las técnicas de impresión y para la reproducción perfecta de imágenes y textos en una hoja.

Hoy queremos rendir homenaje a la tinta y a su historia hablando sobre tres curiosidades de esta importante protagonista del mundo de la impresión.

La tinta utilizada por Gutenberg

Un detalle de la Biblia de Gutenberg, el primer libro impreso en Europa (Imagen: dominio público)
Un detalle de la Biblia de Gutenberg, el primer libro impreso en Europa (Imagen: dominio público)

A menudo no se le hace demasiado caso, pero ¡las medidas innovadoras relacionadas con la tinta han ido de la mano de los inventos más importantes del mundo de la imprenta!

¿Un ejemplo? Cuando, a mediados del siglo XV, Gutenberg trajo a Europa el invento chino de la impresión con tipos móviles y lo mejoró. Comenzó a utilizar las tintas de base oleosa en lugar de las tintas de base acuosa comúnmente usadas hasta aquel momento. Esta modificación supuso el éxito de su invención: la tinta de base oleosa resultó mucho más eficaz para entintar con tipos móviles en metal.

También las invenciones que llevaron a la impresión industrial en offset se basaron precisamente en una característica física y química de la tinta: la repulsión entre las sustancias grasas contenidas en la tinta y el agua. En la impresión offset (que, junto con la impresión digital, es una de las metodologías principales de impresión a nivel industrial) se aprovecha esta peculiaridad para obtener productos muy bien definidos: las partes de la matriz de aluminio que no se deben entintar se mojan continuamente con agua. De esta forma, la tinta se puede depositar con absoluta precisión solo en las zonas que contienen los elementos gráficos o la imagen que se va a imprimir.

La tinta de color tardó mucho tiempo en llegar a los impresores

La ciudad de Toronto en una cromolitografía de finales del siglo XIX (Imagen: dominio público)
La ciudad de Toronto en una cromolitografía de finales del siglo XIX (Imagen: dominio público)

Hoy puede parecer muy raro, pero ¡la tinta de color tardó mucho tiempo en llegar a las oficinas de los impresores! De hecho, durante siglos, todo lo que se imprimía era coloreado a mano después. La coloración a mano fue una técnica de uso común hasta finales del siglo XIX… ¡cuatro siglos después de la invención de la imprenta!

En realidad, la primera tecnología que hizo posible imprimir en color hizo su aparición a principios del siglo XIX: la litografía. Se trata de una técnica de impresión indirecta que permite transferir la imagen de una matriz hecha en piedra a una hoja. En algunos casos, varias matrices se entintaban con tintas de colores y posteriormente se imprimían en la misma hoja: esto hizo posible añadir los primeros difuminados de color en la impresión. Pero solo con la llegada de la zincografía —que sustituía la matriz de piedra por una más práctica de zinc grabada químicamente— comenzó de verdad el desarrollo de la impresión en color.

Las limitaciones de la impresión en cuatricromía

El objetivo de la impresión en color es poder trasladar a una hoja cualquier color que nosotros percibimos con nuestros ojos (lo que llamamos espectro visible). Puede parecer extraño para quienes no trabajen en el mundo de la imprenta, pero, hasta la fecha, el método industrial más común para la impresión de los colores —la impresión en cuatricromía— ¡reproduce menos del 70 % de los colores que vemos!

La impresión en cuatricromía utiliza la superposición de cuatro pigmentos para crear la mayor cantidad posible de colores: cian, magenta, amarillo y negro (de las iniciales en inglés deriva el famoso acrónimo CMYK, donde la K hace referencia a «Key», un término técnico para indicar el negro).

El hecho de que con solo 4 pigmentos de base se puedan realizar tantos colores supone una gran ventaja económica. Precisamente por eso, hasta la fecha esta es la técnica más usada para la impresión en color. Pero, como hemos dicho: ¡no todos los colores se pueden imprimir en cuatricromía! Por ello, de vez en cuando se utilizan también otras soluciones, como la hexacromía o la impresión en 8 colores, en las que se añaden colores para aumentar el espectro reproducido, sobre todo en lo que respecta al brillo de los colores y para aumentar el realismo.

En cambio, empresas como la famosa Pantone realizan las llamadas tintas planas: son colores creados para este fin y no se imprimen en cuatricromía. Pantone tiene en su catálogo 1114 colores realizados mezclando 13 pigmentos diferentes (más el negro).

Sin embargo, no hace falta decir que imprimir los colores Pantone resulta mucho más caro que una impresión en cuatricromía: ¡las imprentas deben pedir expresamente las tintas planas y tenerlas almacenadas!