Libros desplegables: ¡qué invento tan ingenioso!

Libros desplegables: ¡qué invento tan ingenioso!

Giovanni Blandino Publicado el 11/24/2023

En Italia, concretamente en Forlì, se encuentra uno de los mayores coleccionistas de libros tridimensionales del mundo: Massimo Missiroli. Todos los italianos hemos hojeado (con asombro), al menos una vez en la vida, uno de estos libros.

Los libros desplegables —habitualmente, aunque no exclusivamente, dedicados al público infantil— contienen ingeniosas ilustraciones recortadas. Al abrir una página, las ilustraciones se levantan ante nuestros ojos, adoptando un formato tridimensional.

Massimo Missiroli también es creador —algunos le llaman ingeniero del papel— y editor de libros desplegables o pop-up. Recientemente, la Biblioteca Malatestiana de Cesena dedicó una exposición a su increíble colección. Nosotros quedamos con él y le hicimos algunas preguntas, intrigados por su historia. Massimo nos contó el momento en que se enamoró de los libros tridimensionales y nos ofreció su visión de este ingenioso nicho editorial donde cada ejemplar se construye prácticamente a mano.

Buenos días, Massimo. ¿Nos puede contar cómo surgió su pasión por los libros desplegables?

Conocí los desplegables en septiembre de 1978. Mientras paseaba por mi ciudad observé, expuesto en el escaparate de una librería del centro, un libro abierto con figuras en relieve.

De niño nunca los había visto, quizás porque nunca fui un gran lector. De hecho, me atrajeron más esas imágenes construidas de manera inusual para mí que las rimas que las acompañaban. Más tarde descubrí que «Gatos de Gatolandia» (publicado en italiano como «I gatti di Gattolica») era una reproducción de un libro de Ernest Nister, un autor del siglo XIX: a día de hoy el original, «The Children’s Tableaux», también forma parte de mi colección.

Compré el libro, volví a casa y lo miré una y otra vez; a la tarde siguiente, volví a la librería, pregunté si tenían otros del mismo tipo y los compré. Así comenzó mi colección y mi pasión por los libros desplegables.

Su colección cuenta con más de cinco mil libros, lo que posiblemente le convierte en el mayor coleccionista de libros desplegables del mundo… ¿verdad?

Me gustaría señalar que mi colección es grande, pero que hay muchas colecciones, incluso no oficiales, que incluyen muchísimos libros.

No es fácil estimar cuántos libros desplegables se han publicado en Occidente, desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días. Algunos dicen que son poco menos de diez mil. Luego están los minilibros, las tarjetas desplegables y bastantes publicaciones, autoproducidas o de pequeñas editoriales, de las cuales podemos encontrar información en otros volúmenes, pero cuyos originales no se han encontrado.

Immagine: corrierecesenate.it

Un poco de historia de los libros desplegables: ¿cuál es el primer libro tridimensional de la historia?

Todavía se está investigando sobre este tema, aunque tiene una historia relativamente reciente. Las hipótesis se refieren a los libros que han sido coleccionados por coleccionistas o que se encuentran, en contados casos, en las bibliotecas públicas de algunas grandes ciudades.

Algunos sitúan el comienzo de la historia del libro desplegable, o libro móvil o pop-up, en el siglo XIII porque en una abadía francesa se encontró un trocito de papel pegado con hilo de algodón a la página de un libro manuscrito: esa es la prueba de que se trata de un libro móvil. Otros recuerdan las Arlequinadas (o turn-up books) del siglo XVIII o la «Cosmographia» de Peter Apian de la primera mitad del siglo XVI.

Yo prefiero pensar que la historia de los libros desplegables no está ligada a un solo autor o a una sola publicación; como cuando se amplía la dimensión social de la lectura y la literatura infantil comienza a extenderse de forma más capilar, en la segunda mitad del siglo XIX, cuando los libros desplegables se imprimen en numerosos ejemplares y se distribuyen por toda Europa.

¿Cómo han cambiado los libros tridimensionales con el tiempo?

Seguramente, las construcciones en papel de los desplegables se han vuelto cada vez más complejas y elaboradas, especialmente en los últimos veinte años, con el objetivo de intentar asombrar y fascinar al lector con nuevas soluciones volumétricas. Sin embargo, una cosa ha permanecido inalterada durante más de 150 años: incluso hoy en día, cada copia se construye a mano, como antes.

Hoy en día, sin embargo, ¿cuál es la dimensión de los libros desplegables dentro de la industria editorial? ¿Y por qué, en su opinión, estos objetos tan particulares todavía fascinan al público?

Los libros desplegables siempre han sido un pequeño sector dentro del sector editorial infantil. Luego, a raíz de la pandemia de COVID, la producción disminuyó aún más.

Creo que actualmente en todo el mundo, salvo en el mercado chino, que se encuentra en gran expansión, no se imprimen más de 60/70 nuevos libros desplegables en un año.

Creo que la peculiaridad de los libros desplegables está ligada al entusiasmo y la fascinación que ejercen, tanto en adultos como en niños, cuando, al abrir las páginas, se revela la magia que esconden los pliegues de la cartulina. Pero es difícil hacer comparaciones. Los desplegables son desplegables.

Massimo, en un momento dado pasó de coleccionar libros a diseñarlos. De esa forma, entró en el reducidísimo grupo de personas que se dedican a este preciado arte en todo el mundo. ¿Nos cuenta cómo fue?

Tengo que dar las gracias a las educadoras de las escuelas infantiles de Rávena.

En la segunda mitad de la década de 1980 fui consultor de didáctica de la imagen para ellas y juntos trabajamos en fotografía estenopeica, diapositivas dibujadas a mano, dibujos animados, flipbooks, y videobooks. Una de ellas, sabiendo que coleccionaba libros desplegables, me pidió que diseñara una tarjeta de felicitación de Navidad para hacer con los niños.

Me tomé mi tiempo y dije que me lo pensaría: fui honesto y también añadí que no sabía hacer la o con un canuto. Sin embargo, una vez en casa, empecé a ver mis libros desde un punto de vista diferente.

Preparé la tarjeta: no era gran cosa desde el punto de vista de la ingeniería del papel, pero lo disfruté; las maestras, también y los niños, aún más. Así comenzó mi primer curso para aprender a crear libros desplegables.

Luego, pasé de la tarjeta sencilla al libro y al deseo de presentar mi trabajo a las editoriales para conocer su opinión. Para ello, me ayudó participar en la Feria del Libro Infantil de Bolonia, en los primeros años como visitante y, después, como expositor. Y, tras algunos proyectos que por diversos motivos no siguieron adelante, en 1997 publiqué mi primer libro, en Estados Unidos, «Iciest day ever», con ilustraciones de Richard Scarry.

Un libro tridimensional de Pinocho, de 1932. Imagen: finebooksmagazine.com

En su opinión, ¿cuáles son las cualidades que debe tener un creador de libros desplegables?

En mi opinión, debe tener una visión propia, una visión personal, del concepto de espacio dentro de un libro. No es sólo el aspecto técnico lo que importa, sino también tu forma de describir la tridimensionalidad, de elegir y distribuir los pliegues, volúmenes y movimientos más adecuados.

Un avatar de Massimo Missiroli frente a las portadas de algunos de sus libros (imagen: Massimo Missiroli)

¿Tiene algún consejo para quienes quieran acercarse a este arte?

Mucho ejercicio, muchos experimentos, mucha dedicación respaldada por una gran pasión. Y observar bien las obras que han creado los ingenieros del papel, especialmente en los últimos años.

En otra etapa de su trayectoria por el mundo de los libros desplegables, abrió una editorial íntegramente dedicada a ellos…

Decidí fundar una editorial durante la pandemia de COVID porque, tras la crisis que se había producido en un poco todos los sectores, había llegado a ser muy difícil publicar y yo tenía muchos proyectos en los que creía y que quería ver realizados. Empecé con «La Divina Comedia – Infierno», haciendo tridimensionales las ilustraciones de Doré, y continué con los libros que dediqué al Che Guevara y a Charlie Chaplin. Todavía tengo varias ideas dando vueltas en la cabeza… ya veremos.

Desde el punto de vista editorial y de la impresión, ¿necesitan estos libros algún cuidado especial?

Después de la fase de impresión, los libros se construyen a mano uno a uno, pliegue tras pliegue, mecanismo tras mecanismo. Para dar una idea, suelo decir que en un libro desplegable a veces hay más operaciones manuales de las que se necesitan para ensamblar un coche. Se necesita un know-how nada desdeñable. Basta con pensar en la operación de pincelar un trocito de cartón de 1 cm x 1 cm, sin que gotee pegamento sobre la página. Una manualidad increíble.

Entre la década de los setenta y el año 2000, los libros desplegables que se publicaban en todo el mundo se imprimían y empaquetaban casi exclusivamente en Colombia; después, pasaron a China, donde creció mucho la capacidad «artesanal». En los últimos años, a esta gran destreza manual se ha sumado además la actividad de ingeniosos diseñadores de productos de papel que crean auténticas obras maestras de la ingeniería de papel.

Un libro, actualmente artículo de colección, de la serie Panascopic del autor checoslovaco Vojtěch Kubašta. Imagen: bourlot.it

¿Cuáles son sus tres libros desplegables favoritos, si es que los tiene? ¿Hay alguien en particular que le gustaría recomendar a los lectores del blog de Pixartprinting?

No tengo tres libros favoritos en particular, sino una serie: «Panascopic», de Vojtěch Kubašta, un autor checoslovaco, también publicada en Italia en los años 60.

Me gustan tanto que, cuando encuentro uno, aunque ya tenga otros ejemplares, lo vuelvo a comprar. ¡Soy un coleccionista empedernido!