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Viajar supone una experiencia de crecimiento personal inimitable.
Es por ello que Pixartprinting decidió ayudar al arqueólogo e instagrammer Andrea Angelucci, que plantea sus viajes con corazón analógico y visión digital. En su mochila no faltan cuadernos para tomar notas, tarjetas de visita, marcadores y carpetas, que le acompañan en sus aventuras por todo el mundo. Si queréis admirar sus maravillosas fotos, seguidle en Instagram y Facebook.
Le hemos pedido a Andrea que nos cuente su experiencia como usuario de Instagram y como arqueólogo: una mezcla no muy común que lo convierte en un influencer atípico. Su historia nos ha emocionado y nos ha causado mucha intriga, por lo que queremos compartirla con vosotros.
¿Listos para poneros en la piel de un verdadero Indiana Jones de la era digital?
¡Buen viaje!
Instagram y viajar con consciencia: ¿es posible?
Viajar se ha vuelto muy «mainstream».
Hay miles de influencers que publican sus viajes a los lugares más remotos y exclusivos del planeta. Si os fijáis, es muy difícil encontrar una biografía o perfil en el que no se especifique, entre todas las pasiones que enumeran, la palabra «viajar». Pero ¿qué significa viajar? O mejor, ¿qué debería significar realmente?
Existen diferentes modos de viajar. Uno puede elegir ser un turista, quedarte en una localidad o aislarte en un hotel con un paquete de todo incluido. O bien, se puede elegir ser viajero. ¿Y qué diferencia hay entre un turista y un viajero? La curiosidad, las ganas de salir, de explorar, de descubrir. Yo soy arqueólogo, me apasiona la historia desde que era muy joven. No puedo ni imaginarme visitar un sitio sin buscar unas ruinas, una iglesia antigua, sin aprovechar la oportunidad de descubrir la esencia del lugar en el que estoy, sus tradiciones, su cultura.No hacerlo sería como quedarme a medias en el viaje. Por eso, cuando elijo los destinos de mis viajes, siempre busco lugares que tengan mucho que ofrecerme en cuanto a patrimonio histórico, arqueológico e histórico. Por ese motivo, la elección del sur de Francia como destino de este viaje no es casual. Esta zona de Europa está repleta no solo de lugares y testimonios históricos, sino que también, y sobre todo, de mitos y leyendas. Al fin y al cabo, la arqueología es eso: un viaje a través de la historia, de los paisajes y, sobre todo, del lado más íntimo del ser humano.
Estudié arqueología porque era mi pasión. Me hice guía turístico y convertí los viajes y la divulgación histórica en el trabajo de mi vida. Viajo por placer, por trabajo y me encanta compartir las emociones que siento cada vez que lo hago. La pasión que tengo por la fotografía me ha ayudado mucho en ello y, al final, yo también he caído en las redes sociales.
¿El secreto para hacer la foto perfecta? Aprovechar y disfrutar del momento
Intento utilizar las redes sociales sacándole partido a su parte positiva, es decir, aprovechando la oportunidad de compartir belleza y contenidos de valor.
Algunas fotos no fueron fáciles de hacer: he tenido que levantarme al amanecer varias veces o he tenido que escalar una montaña, he pasado muchísimo frío o un calor abrasador. Cuando practico alpinismo, tengo la suerte de disfrutar de paisajes impresionantes, de ver unas vistas que pocos tienen la oportunidad de admirar. Aunque pesa bastante, siempre llevo la réflex en la mochila para poder capturar instantáneas maravillosas.
En Francia, subí de noche a una montaña para fotografiar el castillo de Montsegur bajo un manto de estrellas. También tuve que enfrentarme a un sendero de montaña muy traicionero para poder fotografiar mejor el castillo de Quéribus, que está encaramado a un escarpado espolón rocoso. Creo que hacer fotos es muy útil para tener recuerdos imborrables, pero no hay que exagerar: si no, el viaje solo se vive dentro de la mirilla de la réflex (o del móvil). Tú solo haz las fotos justas y necesarias, dispara solo después de haber saboreado el momento en el que descubres un lugar, te ayudará a recordar en el futuro las sensaciones que tenías durante la foto. ¡Cuántas veces habré abierto el disco duro y me habré puesto a escudriñar los archivos solo para revivir recuerdos!
Entre apuntes y acuarelas: cómo se prepara Andrea para el viaje
Desde hace algunos años, guardo los cuadernos en los que escribo mis apuntes.
Como guía turístico, no puedo dejar de profundizar, estudiar y analizar los lugares, monumentos y acontecimientos que luego muestro en la visita. Empecé solo con palabras, pero luego comencé a dibujar gracias a la inspiración –y me siento orgulloso de decirlo– que me dio una de esas películas que te «cambian» la vida: Indiana Jones y la última cruzada, en la que el padre del famoso arqueólogo estudia los mitos del Santo Grial, tomando apuntes llenos de bocetos y dibujos.Y así, de forma espontánea, acabé haciendo pequeños dibujos a acuarela que me sirven no solo para relajarme, sino que también para memorizar los detalles del lugar que voy a visitar. Mis cuadernos son una pequeña galería de dibujos entremezclados con apuntes que parecen escritos de forma frenética y desordenada, pero que yo, en mi cabeza, los entiendo perfectamente cuando me hacen falta. Cuando cogí esta costumbre, me resultó muy natural empezar a publicar en las redes sociales fotos en las que ponía mi dibujo justo frente al sitio al que le hacía la foto. Era como decir: «¡Aquí estoy, al final lo he logrado, te he estudiado y te he alcanzado!».
El encanto atemporal de las notas escritas «a mano»
Pude apreciar el interés que se formó en torno a las fotos de mis apuntes que compartía en las redes sociales: para mí, representan el éxito de ponerse a caballo entre lo moderno que ofrece Facebook e Instagram y esa romántica costumbre de los viajeros y exploradores de antaño de anotar las cosas y de dibujarlas. Renovarse mientras permanezco anclado al pasado es, en cierta manera, el resumen de mi vida.Este modo de viajar, analógico y con consciencia, también despierta interés en las personas que me encuentro durante mis viajes: en Pakistán, mi libreta salió en varios artículos de periódicos y en Francia, también tuvo un gran éxito y acogimiento. Creo que la actitud que muestro al preparar los apuntes a mano en mis cuadernos resume totalmente la idea que tengo de viajar: si se viaja de forma consciente, se viaja dos veces. Se vuelve a casa con unas experiencias mucho más ricas.
#Travelessentials: el kit de apoyo de Pixartprinting para los viajes de Andrea
Pixartprinting creó el kit #Travelessential basándose en mis necesidades de viajero consciente que quiere llevar a cabo una actividad de exploración a fondo.
Me hacían falta bloc de notas para escribir cualquier apunte del viaje que me sirviese para recordar ideas, sensaciones, pensamientos y datos. Carpetas para guardar los documentos, recibos y, por supuesto, los billetes de avión. Marcapáginas, muy valiosos para el que no renuncia a informarse y a profundizar más durante el viaje y, por último, tarjetas de visita, indispensables para los que hacemos de viajar una profesión.Todos los objetos impresos, como las camisetas, llevaban el símbolo que identifica a este viaje: la cruz paté roja. Es un símbolo que resume muchas cosas en sí mismo. Era el símbolo utilizado por los cruzados que, en el 1209, se recorrieron Francia entera para derrotar a los cátaros, a los que acusaban de herejía. Una acusación que también se hizo contra la orden caballeresca más famosa de la historia, los templarios, que tenían sus asentamientos más importantes en tierras francesas. Pues estos mismos templarios son el hilo conductor que une los lugares que visité en este viaje. Su aspecto histórico se ha visto ensombrecido durante años por los mitos y misterios que progresivamente los han ido envuelto.
Misterios y recuerdos de viaje: entre castillos, apuntes y encuentros inesperados…
Quiero contaros dos anécdotas de viaje que tengo todavía recientes.
En Rennes-le-Château, mientras escribía mis apuntes en el cuaderno delante de la torre Magdala, se me acercó una pareja de turistas italianos. Habían visto la imagen impresa en el cuaderno del kit, me observaron con curiosidad y me preguntaron en inglés si era el típico cazatesoros que frecuentaba la zona. Me presenté diciéndoles en italiano que estaba allí para investigar el sur de Francia y que cuando acabase, subiría mis impresiones, sensaciones y deducciones a las redes sociales. Inmediatamente me preguntaron cómo y dónde podían seguirme. En ese momento, les dejé un par de tarjetas de visita del kit #travelessentials con los datos necesarios para encontrarme en las redes sociales.Otro encuentro inusual me ocurrió a los pies del castillo de Montségur, donde conocí al responsable del camping donde me quedaba. Era un señor con buenísimos modales y que no hablaba una sola palabra de inglés, pero que sí que sabía hacerse entender con gestos. En la última conversación que tuve con él, cuando ya me iba del camping, vi que llevaba un anillo en el dedo marcado con una cruz cátara muy llamativa y muy similar a la impresa en el kit.Utilizando el traductor online, le pregunté: «Pero ¿los cátaros siguen existiendo o no?». Pascal, que así se llamaba, me respondió sonriendo y alargando los brazos, como queriendo indicarme, sin poder decir nada más, que mi investigación iba por buen camino. Era como si quisiera decirme: «Sí, pero no quiero decirte nada más, descúbrelo tú solo». Feliz y aún más emocionado tras aquel encuentro, quise dejarle una tarjeta de visita. Le señalé el símbolo que había impreso arriba y le prometí que volvería pronto a continuar con la investigación.
¿El viaje? Empieza antes de partir y termina después de volver
Mi proceso de descubrimiento continúa incluso después de volver a casa. De hecho, el viaje comienza mucho antes de partir y acaba bastante después de regresar. Cuando se vuelve a casa, empieza la fase de la metabolización. Es el momento ideal para volver a ver las fotos o releer los apuntes, para colocar las piezas de tu rompecabezas de experiencias y sensaciones. Cuando termina esta fase, se crea un mosaico de experiencias que deja marca y que se queda para siempre en nuestro baúl de los recuerdos.No debemos demonizar las redes sociales. Debemos usarlas para ampliar los contenidos, para dar más valor a las experiencias. Alejémonos de todas esas fotos superficiales que nos muestran vidas que parecen todas perfectas. Cojamos un cuaderno, apuntemos cosas a boli, sentados frente a un monumento o a un paisaje maravilloso, dejemos constancia de nuestras emociones de forma analógica. Disfrutemos primero la experiencia en persona y solo después de eso, cedamos a la compañía de las herramientas digitales.En el futuro, podremos volver a experimentar las emociones que hemos sentido y nos volverán a llenar de asombro y estupor. Y no serán un conjunto de letras sencillas que leamos en una pantalla: será nuestra letra, la tinta que utilizamos, la que nos hará viajar de nuevo en el espacio y el tiempo.